sábado, 15 de septiembre de 2012

La Tercera Guerra Mitridática. Capítulo I



  Vamos a comenzar el desarrollo de un escenario del juego AJE de AGEOD, como ya habíamos comentado anteriormente, explicando cada una de las decisiones que tomemos y viendo sus resultados, tanto los buenos como los malos.  La idea es publicar capítulos que agrupen unos diez turnos, así que comencemos con el primer capítulo de este AAR.


Evento introductorio

 INTRODUCCIÓN


 Vamos a comenzar por definir un poco las fuerzas en liza de este escenario, por lo menos las más importantes. Considero buena idea centrarse en Sertorio, Mitrídates y Pompeyo para empezar. Posteriormente se podrá comentar algún otro personaje según vaya apareciendo en el juego.

 Quintus Sertorius

Quinto Sertorio, en latín Quintus Sertorius (Nursia, 122 a. C. - Osca, 72 a. C.), fue un destacado político y militar romano de la época final de la República romana, célebre por el movimiento antisilano que dirigió en Hispania. Posteriormente fue mitificado como héroe nacional de España.
Perteneciente a una familia humilde aunque relacionada con la aristocracia republicana a través de su tío, Cayo Mario, sirvió a las órdenes del mismo durante la Guerra de Yugurta y durante la Guerra Cimbria, donde se labraría cierta fama como militar. Su carrera política comenzó cuando fue nombrado tribuno militar (97 a. C.) y destinado a Hispania, donde sirvió a las órdenes de Tito Didio; aquí mostró de nuevo sus habilidades militares llegando a ser condecorado con una corona gramínea (93 a. C.) tras derrotar a unos rebeldes en Cástulo.
En 90 a. C. fue elegido cuestor de la Galia Cisalpina. Tras expirar su tiempo en el cargo combatió en calidad de legatus durante el transcurso de la Guerra Social. Cuando estalló la guerra civil entre su tío y su antiguo lugarteniente, Sila, se declaró aliado del primero; no obstante, siendo nombrado pretor por el régimen de Cinna y Carbón, se trasladó a Hispania antes de que los conservadores tomaran la capital.
Tras ser nombrado dictador por el Senado, Sila decidió acabar con el último vestigio del régimen rebelde que aún se resistía a someterse a su persona; para ello enviaría a dos de sus comandantes más hábiles y leales, Metelo Pío (79 a. C.) y Pompeyo (76 a. C.).
La llegada de este último inclinaría la balanza bélica a favor de los conservadores que, en una campaña conjunta acabaron con casi toda la resistencia (74 a. C.). Estas últimas derrotas dieron pie a la concepción de una conspiración liderada por Marco Perpenna que acabó con su vida en 72 a. C. El propio Perpenna asumió el liderazgo del régimen rebelde, al que Pompeyo aplastó pocos meses más tarde.




Quintus Sertorius

Mitrídates VI

Mitrídates VI era hijo de Mitrídates V del Ponto (150 a. C. – 120 a. C.), llamado Evergetes.
Su reinado personal comienza en 112 a. C., cuando tenía unos veinte años de edad. Rodeado de consejeros griegos y contando con un poderoso ejército, retomó de inmediato la política expansionista de su padre.
A Mitrídates se unió también gran parte de Grecia: los griegos, que en el pasado habían sorteado el peligro de la invasión de los persas, se aliaron ahora con los orientales gobernados por un rey que reividicaba sus raíces persas. Fue ambicioso, y trató de conquistar muchos reinos, incluido Bitinia, lo cual le llevó a un conflicto con la República Romana, en plena expansión.
Tras conquistar el oeste de la península de Anatolia en el año 88 a. C., Mitrídates VI ordenó la matanza de los ciudadanos romanos que ahí vivían. Provocó la matanza de 80.000 ciudadanos, hombres, mujeres y niños, y atrajo con ello la ira de Roma. Tras la Primera Guerra Mitridática, entre el año 88 a. C. y el 84 a. C., Lucio Cornelio Sila venció a Mitrídates y lo expulsó de Grecia, pero después tuvo que volver a Italia para enfrentarse a la revuelta de Cayo Mario. Esto permitió a Mitrídates firmar una paz temporal, durante la cual pudo prepararse para continuar la contienda conocida como Tratado de Dárdanos.
Mitrídates reagrupó a sus fuerzas, y cuando Roma quiso anexionarse Bitinia, atacó con un ejército aún mayor, llevando a la Segunda Guerra Mitridática en los años 83 a 81 a. C. Se enfrentó primero a Lucio Licinio Lúculo, y después a Cneo Pompeyo Magno, quien finalmente lo derrotó en la Tercera Guerra Mitridática que duró entre los años 75 y 65 a. C.
Tras su derrota, Mitrídates huyó y trató de levantar un nuevo ejército, pero no lo logró. En el año 63 a. C., huyó a Panticapaeum, donde fue forzado por su hijo Farnaces II a suicidarse.


Mitrídates VI


 Cnaeus Pompeius Magnus

Cneo Pompeyo Magno (en latín Gnaeus o Cnaeus Pompeius Magnus, 106-48 a. C.), también conocido como Pompeyo, Pompeyo el Grande o Pompeyo el triunviro, (abreviatura en latín clásico: CN·POMPEIVS·CN·F·SEX·N·MAGNVS) fue un político y general romano.
Provenía de una rica familia itálica de provincias, y alcanzó por sí mismo el rango de la nobleza romana a través de su exitoso liderazgo en diversas campañas. Sila se dirigió a él con el cognomen Magnus (el Grande) y se le concedieron tres triunfos.
Pompeyo fue un rival de Marco Licinio Craso, y al principio aliado de Julio César. Se unió a ellos en una inestable alianza política conocida como el Primer Triunvirato, que dominó los acontecimientos políticos y militares de finales de la República Romana. Tras la muerte de Craso y de Julia, esposa de Pompeyo e hija de César, luchó contra César por el liderazgo del estado romano en la guerra civil. Fue un episodio significativo en la gran revolución romana que vio el final de la República y el advenimiento del Principado y el Imperio romano.
Pompeyo luchó del lado de los optimates, la facción aristocrática y conservadora del Senado Romano, hasta que fue derrotado por César en la batalla de Farsalia. Buscó refugio en Egipto, donde fue asesinado el 28 de septiembre del año 48 a. C.


Cneo Pompeyo


 Tercera Guerra Mitridática

Mitrídates VI fue durante mucho tiempo una espina clavada en el costado de Roma, provocando dos guerras contra la República a lo largo del siglo I a. C. Como consecuencia del caos que se apoderó de Roma tras el terror provocado por las dictaduras de Cayo Mario y Sila, la República estaba en un completo desorden.
Al lanzar un ataque al mismo tiempo que se producía la revuelta de Sertorio, que se extendía por Hispania, Mitrídates no encontró inicialmente ninguna resistencia. El Senado finalmente reaccionó enviando al cónsul Lucio Licinio Luculo a hacer frente a la amenaza del ejército del Ponto. El otro general de que disponía Roma, Pompeyo, se encontraba en la Galia, marchando hacia Hispania para ayudar a aplastar la rebelión dirigida por el general Sertorio.
Al llegar a su destino, Luculo se reunió con diversas legiones que habían estado combatiendo por Asia Menor, y marchó contra Mitrídates moviéndose hacia oriente y penetrando en Armenia, reino aliado del Ponto, llegando a someter la capital tras la Batalla de Tigranocerta. Las veteranas legiones romanas demostraron ser muy superiores en combate al ejército que dirigía Mitrídates, compuesto en su mayor parte de armamento desfasado como los carros, que eran incapaces de penetrar en las líneas romanas. Avanzando profundamente en Armenia, Luculo persiguió a Mitrídates y su aliado Tigranes el Grande implacablemente, dejándose llevar por los acontecimientos. Pero en el 69 a. C., mientras arrasaba el Cáucaso, comenzaron a crearse ejércitos enemigos nuevos y frescos detrás de su avance al mismo tiempo que sus soldados, muchos de ellos sirviendo en las legiones bastantes más de los veinte años de servicio obligatorio, comenzaron a amotinarse como consecuencia de las duras condiciones de marcha a las que eran sometidos.
En Roma, el Senado decidió reemplazar a Luculo por el victorioso Cneo Pompeyo Magno, con la esperanza de que este lograse concluir la guerra de manera decisiva y permanente. Pompeyo llegó al poco tiempo al este con sus propias legiones de veteranos y penetró en Armenia derrotando a la débil resistencia que encontró a su paso.
El ejército de Mitrídates ya no existía más allá de su nombre, mientras sus aliados armenios estaban completamente desorganizados. Finalmente, Pompeyo conquistó la capital de Armenia y Mitrídates huyó al Caúcaso con la esperanza de reorganizar un ejército nuevo y seguir la guerra contra Roma, pero pasados dos años asumió su completa derrota y se suicidó, poniendo fin de ese modo a la tercera y última de las Guerras Mitridáticas.



CONFIGURACIÓN DEL ESCENARIO

Comenzamos este escenario  con la versión beta 0.99p. Una de las cosas más importantes es definir las opciones de juego que más nos gusten. En este caso optamos por las siguientes:

1. Niebla de guerra: no se detectarán las unidades ocultas, excepto que el índice de detección sea muy bajo. La opción más estándar, ya que no querremos que de inicio veamos todas las unidades del enemigo.
2. Retrasar combate: vamos a escoger retraso medio, ya que me parece la opción más realista para la época, esto quiere decir que si dos unidades se encuentran, tardaran en enfrentarse más tiempo, no lo harán al instante, puede provocar un retraso de untre una hora y varios días dependiendo del valor estratégico de los comandantes. Si leemos a Adrian Goldsworthy en La caída de Cartago (pag.92):<<(...)la escasa disposición de los generales a arriesgarse a una batalla, a no ser que estuvieran convencidos de que contaban con todas las ventajas posibles, al tiempo que la dificultad de obligar a un enemigo a luchar, incluso aunque se hallara acampado aproximadamente a sólo una milla de distancia, eran elementos típicos de la guerra de esta época.>>
3. Intervención extranjera: seleccionamos la opción normal, estándar.
4. Desgaste histórico: activado tanto para el jugador como para la IA.
5. Regla de activación: por defecto, es decir, con penalización si movemos a una unidad cuyo comandante no ha sido activado en ese turno.
6. Generales aleatorios: ligeramente. Se refiere a los rasgos de los susodichos.
7. Gestión de zonas navales: estándar.
8. Reserva ampliada: con límites históricos.

  En cuanto a las opciones de la IA:

1. Activar IA: sí, obviamente.
2. Dificultad: centurión, la normal.
3. Comportamientos de la IA: activados.
4. Bonificación de activación: normal
5. Bonificación detección IA: ninguna.
6. Agresividad de la IA: normal.
7. Dar más tiempo a la IA: sí.

 CAPÍTULO I

  En primer lugar vamos a sopesar el objetivo del escenario: conquistar todas las ciudades asiáticas de Roma.





  En la introducción recomiendan atacar rápidamente a Roma, para tomar con facilidad sus ciudades, pero hacer eso es perder de golpe 100 puntos de Victoria y 5 de moral nacional. Me dá la impresión que es lo más acertado, pero para hacerlo más histórico, y olvidarnos de simplemente ganar un escenario de un juego que tiene sus reglas como juego, vamos a pensar como si el escenario fuese una situación real.  Lo que haré, será esperar a tener un casus belli real, como  fue la herencia de Bitynia por Roma en la realidad. Otro punto es que desconocemos la cantidad y calidad de las fuerzas de Roma o sus aliados en el mapa, con lo que sería luchar y desplegar nuestras fuerzas a ciegas, y como bien nos ha comentado el señor Goldsworthy, esto nunca se hacía así.  Son muchas ciudades, y va a ser algo complicado vencer, por lo menos si solo estamos nosotros en esta guerra, así que una buena opción será buscar todos los aliados posibles: cretenses, escitas, sertorianos.   Divide et impera.

  La única fuerza que tenemos a la vista es la de Deiotárix, que  fue un leal aliado de los romanos y se implicó en las luchas entre los generales romanos que llevaron a la caída de la República desde el año 44 a. C. Cambió de bando y apoyó a los triunviros, manteniendo su reino hasta su muerte. Se tiene conocimiento de él por primera vez al comienzo de la Tercera Guerra Mitridática, cuando expulsó a las tropas de Mitrídates VI de Ponto bajo Eumaco de Frigia, y fue testigo cuando Mitrídates VI vio detenida su invasión de Frigia por el aliado romano, ambos en 75 a. C. o 74 a. C. Su amigo más influyente fue Pompeyo, quien, cuando arregló los asuntos de Asia después de la caída de Mitrídates VI en su invasión de Frigia y fue finalmente derrotado por los romanos en el 65 a. C., 64 a. C., 63 a. C. o 62 a. C., le recompensó por su ayuda contra él con el título de Rey y un incremento del territorio (parte del Ponto oriental, al que el Senado concedió la Armenia Menor y la mayor parte de Galacia). En el estallido de la guerra civil desde el 49 a. C. al 45 a. C., Deyótaro naturalmente se puso del lado de su antiguo patrón y aliado Pompeyo y los optimates en su lucha frente a Julio César, quien estaba desafiando al Senado, y después de ser derrotado en la Batalla de Farsalia en 48 a. C. escapó con él a Asia. Cuando Pompeyo fue derrotado se enfrentó a la ejecución, pero fue salvado en parte debido a la defensa de Cicerón entre el 49 a. C. y el 45 a. C. 

Deiotarix

Es una fuerza a tener en cuenta, ya que se puede medir con facilidad a algunos de mis ejércitos, y como aliado de Roma, en cuanto declare la guerra, empezará su faena. Lo mejor es que se muevan a otros frentes, y nos despejen el camino, a la vez que nos reforcemos en la medida de lo posible. Buscaremos que nuestros ejércitos estén comandados sin penalizaciones por los puntos de mando lo que nos obligará a llevar algo de control en la distribución de los líderes.




  Los puntos de mando son acumulativos y se rigen a través de las estrellas que muestran los líderes en su contador:

1 estrella= 4 puntos.
2 estrellas=12 puntos.
3 ó mas estrellas=24 puntos.

 Una unidad de falange cuesta tres puntos, así que un general de dos estrellas puede llevar tres unidades de este tipo. Las unidades están compuestas de elementos, que son la agrupación militar mínima del juego, y son unos 60 hombres. Las unidades grandes como las falanges están formadas de 5 a 10 elementos, es decir, de 300 a 600 hombres, y cuestan 3 puntos de mando. Las pequeñas, unidades ligeras, están formadas de 1 a 4 elementos, de 60 a 240 hombres, y cuestan 1 punto de mando.


  Algo importante, para mí, es la idea de los desembarcos, pues seleccionando esta orden cuando tenemos un ejército embarcado en una flota, podemos seleccionar una provincia destino y que desembarque el ejército allí. Algo que empieza a calentar mi cabecita, con destinos como Bizancio o incluso Roma.

  (continuará......) 

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